miércoles, 7 de noviembre de 2007

Los mejores ensayos sobre Rabec

A continuación presentamos algunos de los mejores ensayos que el grupo 1119 elaboró sobre la la exposición "40 Años de pasión por la pintura" de Rafael Becerril "Rabec", en la Facultad de Ingeniería. Las fotografías con que ilustramos estos trabajos fueron realizadas por Eduardo Martínez Cuautle.

Rafael Rabec: fuente de inspiración
Por Erick R. Velasco Segura

Rabec es una fuente de inspiración para nosotros, los futuros ingenieros, ya que este hombre logró ser ingeniero civil y, a la vez, dedicarse a otra actividad que le ha gustado a lo largo de toda su vida: la pintura.

Admiro a Rabec por su ingenio, su decisión, su convicción por hacer las cosas, por lograr diseñar y construir varios edificios y bancos corporativos y por pertenecer a Ingenieros Civiles Asociados (ICA) cuando ésta estaba en sus mejores momentos de éxito.

Respecto a su exposición, que tuvo lugar en la biblioteca Enrique Rivero Borrel, donde ofreció una muestra de sus más de 40 décadas dedicadas a la pintura, me gustó mucho porque refleja su ingenio ya que, como él nos explicó, se puede hacer arte sin necesidad de gastar mucho dinero: algunas de sus obras están hechas con material que rescató de la basura y, con mucha creatividad, logró convertirlas en obras realmente fenomenales.

Lo que más me llamó la atención de esta exposición fueron las piedras que, con tanta imaginación ha coleccionado a lo largo de su vida y las ha convertido en preciosos objetos que guarda, cada uno de ellos, un significado especial, el cual nos ha querido transmitir.

Lo genial de este maestro de la pintura es que la mayoría de sus obras tienen un sentido futurista. Así, por ejemplo, él pinta ciudades inexistentes, o se visualiza a sí mismo como una especie momia en su obra “Yo muerto”.

Otra obra que me gustó mucho es la que representa la tragedia del terremoto ocurrido en México en 1985. Pienso que lo que Rabec trata de decirnos en esta pintura es que bajo este suelo que pisamos día con día, se encuentran siglos de historia, muchas veces cimentada en la tragedia y el sufrimiento.

Rabec nos contó que viajó por todo el mundo para lograr perfeccionar su técnica y eso me lleva a pensar que para ser un buen ingeniero, un buen artista y, en general, un buen profesional necesitamos prepararnos constantemente.

Rabec: ¡Muchas gracias por esta exposición por dejarnos ver un poco de lo mucho que eres!



Rabec: la búsqueda del hombre completo
Por Jorge de Jesús Gregorio Morales

Nuestra actual forma de vida lleva un ritmo muy acelerado y es difícil pensar que las personas se puedan dar el tiempo para realizarse en otras áreas y no sólo en el ámbito profesional y que, en ese sentido, lleguen a parecerse a personajes célebres de la historia como es el caso de Leonardo Da Vinci. ¿Quién iba a pensar que en la Facultad de Ingeniería iba a conocer a un personaje que a destacado en dos áreas que me parecían tan separadas: la ingeniería y el arte? Rafael “Rabec” se desarrolló como ingeniero civil y en su exposición “40 décadas de pasión por la pintura” nos mostró sus obras artísticas las cuales nos llamaron mucho la atención. El gran colorido, las diversas técnicas que emplea pero, sobre todo, los mensajes y los sentimientos que nos intenta transmitir nos lleva a reconocer el talento de Rabec porque no todos tenemos esa capacidad de comunicar nuestras ideas tal y como las tenemos en la mente. Sus obras nos hacen reflexionar de manera significativa porque los mensaje los expresa de una forma que no pueden ser captados tan fácilmente, ni de la misma manera y nos lleva a observar las obras detenidamente. Por ejemplo, la pintura que hace alusión al sismo del 85 me transmite el sentimiento de impotencia de todas esas personas que vivieron el acontecimiento y no pudieron hacer nada para rescatar a quienes se quedaron sepultados, ni aliviar el sufrimiento de los sobrevivientes. Esta obra nos habla de la desesperación de las personas que sufrieron en carne propia las consecuencias del sismo, de la tristeza y angustia que se vivió en México en esos momentos. Hay otras obras de Rabec que capturan nuestra mirada, nos hacen olvidarnos de la realidad y nos llevan a un viaje a un mundo de fantasía, un mundo lleno de imaginación. Para Rabec cada objeto representa un mundo diferente: en las piedras encuentra rostros y cuerpos, en sus cuadros otras formas de vida. En sus obras, Rabec nos hace visibles los mundos que él sueño o imagina, valiéndose de trapos, piedras, fierros, objetos que cualquier persona se puede encontrar a diario pero que, a diferencia de este artista, no se detiene a observar con detenimiento y a transformarlo. La exposición de Rabec es una invitación para no encerrarnos en una sola actividad y experimentar con cosas nuevas, para arriesgarnos a desarrollar un talento que creíamos apagado o que se encuentra oculto… puede ser que dentro de nosotros exista, junto con el ingeniero, un gran músico o un excelente pintor.



Rabec: expresión original
Por Omar R. Rangel Jiménez

El ingeniero Rafael “Rabec” tiene muchas formas de expresar y transmitir sentimientos, estados de ánimo, incluso sensaciones o inconformidades como tuve la fortuna de verlo en su exposición “40 años de pasión por la pintura”.

Una de las obras que más me gustó son las que él llama “las piedras de mi vida” ya que recupera en cada una de ellas las malformaciones, las manchas y las grietas para recrear rostros, cuerpos, figuras extraordinarias.

En una de estas piedras dibujó un rostro y aprovechó dos manchas rosadas para simular unas mejillas: ¡Jamás había imaginado que con una piedra común y corriente se podía hacer arte como el de Rabec!

En la exposición también me llamaron mucho la atención los cuadros en los que emplea varios trozos de tela para formar un collage y me divirtió mucho que nos preguntara: “¿imagínense todo lo que pudo haber pasado en ese sillón o cama?”, porque hay millones de respuestas posibles que el espectador puede dar usando su imaginación y el sentido común; y el cuestionamiento surge para cada persona que observa estas obras.

Me sorprendió mucho que Rabec también usara en sus cuadros diversos tipos de recortes que, según nos explicó, recuperó de la basura, carteles y pósters y que, colocados al alzar, pueden llegar a formar tantas historias como espectadores las observen. Pienso que se necesita mucha imaginación para encontrar en cualquier objeto, como los que saca de la basura, una fuente de inspiración para convertirlo en arte.

Yo pensaba que un ingeniero tenía que dedicarse exclusivamente a su profesión, a aprender matemáticas, física, química, etc., sin embargo, Rabec nos da una importante y valiosa lección: es ingeniero y también artista. Aprovechó su talento y con su exposición nos invita a hacer lo propio.

Las obras de Rabec me gustaron porque son muy originales. Me siento afortunado por haber podido conocer a una persona tan admirable.

Rabec: ingeniero y artista extraordinario
Por Noé Huerta Macías
Hablar de Rabec no es hablar solamente de un extraordinario artista y, por otro lado, de un gran ingeniero, sino de esta extraña y singular, pero exquisita combinación que para mi representa un gran ejemplo a seguir en la vida.

Podría transcribir su biografía y llenas páginas con fechas y anécdotas maravillosas, pero dejaría de lado lo más valioso que un hombre puede hacer: transgredir positivamente en la mente y, por lo tanto, en la vida de alguien porque Rabec ha fortalecido mi más anhelado sueño:

Cuando uno entra a estudiar ingeniería se ve rodeado de números y ¡más números! Los pasatiempos, como el mío –la literatura—, se ven reducidos al máximo, de tal forma que se corre el riesgo de que este tipo de actividades desaparezcan en la oscuridad de una supuesta realidad que, aunque placentera, no es completa.

Sólo hay dos maneras de difundir la luz: siendo la lámpara que la emite o el espejo que la refleja y Rabec ha incendiado y nutrido mi esperanza de ser un hombre completo y alcanzar todas mis metas y convicciones, y me parece que lo mismo les sucedió a otros jóvenes que, como yo, desean crecer profesional y artísticamente.

Las obras de Rafael “Rabec” poseen el ingenio que un ingeniero va adquiriendo a lo largo de la carrera; son completamente originales, poseen y transmiten grandes emociones, son divertidas y, a veces, ponen la piel chinita. Siempre contienen un toque pícaro, socio-político, que a uno le hace inmiscuirse forzosamente en esos temas y no sólo en el del arte.

Quisiera poder hablar de sus obras como todo un crítico de arte pero, en ese sentido, soy un niño al que Rabec ha explicado sus métodos y estilos tan originales, entre ellos, el que más me impactó es el de “sus piedras de la vida”: de una forma muy divertida asegura que son ellas quienes lo llaman y lo inspiran, de tal suerte que pasan de ser simples rocas para convertirse en musas que, al ser tocadas por el artista, se convierten en parte de él y, agregaría que Rabec, al compartirnos esta experiencia transmite al receptor ese enamoramiento por cada una de sus obras.

El ingeniero Rafael “Rabec” no sólo transmite una emoción en cada obra, sino también su vida y esa gran labor y trabajo que en sus exposiciones gratamente nos regala. Rabec ha tatuado indiscutiblemente la historia y, quizás, la vida de muchas personas, con su sello magnífico de hombre completo, modelo a seguir en un mundo con alto nivel de exigencia.

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